miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA BATALLA DE LA ESCALERA DE PALACIO

Escaleras de acceso a las habitaciones del Palacio Real
     Cuando imaginamos una batalla viene a nuestra mente la épica, el honor o el sacrificio del que siempre anda revestido todo acontecimiento bélico. Pero cuesta imaginar, cuando visitamos edificios tan impresionantes y solemnes como el Palacio Real de Madrid, que en el interior de sus dependencias se produjeron choques armados que podrían calificarse de tales. Rescatamos hoy así el episodio algo desconocido que acaeció el 7 de octubre de 1841 en dicho lugar. Para ello, comenzaremos indicando que la situación política en la España del siglo XIX estuvo marcada siempre por la inestabilidad y las veleidades más o menos revolucionarias de los políticos y militares de turno, apoyados los unos por los otros. 
     En 1833 fallecía el rey Fernando VII dejando como heredera a su hija Isabel II, menor de edad, tutelada por su madre la reina María Cristina que ejerció la regencia hasta 1840, cuando una fuerte crisis política la obligó a dejar el cargo de regente en manos del general progresista Baldomero Espartero, éste ocupó el puesto hasta que otra crisis política, en 1843, le forzó a abandonarlo, e Isabel II fue declarada mayor de edad. 
     Es en este contexto en el que se produce uno de los muchos pronunciamientos militares llevados a cabo en la España decimonónica. Durante el año 1841, la recién depuesta regente María Cristina de Borbón y su segundo marido (con el que se casó en secreto) Fernando Muñoz y del que se decía que había parido más Muñoces que liberales había, pues tuvo 8 hijos de ese segundo matrimonio, trataron de conspirar para que ésta recuperase la regencia. Implicaron en sus tejemanejes a políticos moderados como Francisco Javier de Istúriz o a generales como Leopoldo O'Donnell y Ramón María Narváez. Éstos y sus colaboradores protagonizaron diferentes levantamientos de tropas en ciudades como Bilbao, Pamplona, Vitoria o Zaragoza, pero sin llegar a alcanzar sus objetivos de recuperar la regencia. 
El general Diego de León dirige el asalto al Palacio
     Llegamos así al hecho que más llamaría la atención de esta sublevación, cuando en la noche del 7 de octubre, los generales Diego de León (cordobés, cuyo nombre lleva una calle que confluye en la céntrica Plaza de las Tendillas) y Manuel de la Concha deciden entrar en el Palacio Real con la intención de raptar a Isabel II. Pero hete aquí que los alabarderos de palacio, comandados por el coronel Domingo Dulce, les plantan cara en las mismas escaleras de acceso, resistiendo firmemente y abortando, con ello, la operación de secuestro que pretendían llevar a efecto. Este fracaso le costaría la vida al general Diego de León, protagonista más patente de la sublevación, que sería fusilado una semana después, ya que el regente general Espartero no perdonó la vida a los conjurados. Había honor, más no la imprudencia de dejar vivos a los rivales políticos.