Haciendo repaso en los primeros días de clase, surgió tratar la época de los Austrias. Esa familia que desde los tiempos de Carlos I de España y V de Alemania dirigió los destinos de España y su Imperio. Durante los siglos XVI y XVII gobernaron los territorios de la monarquía hispánica, disfrutando de la época de mayor esplendor y poderío patrios.
Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II fueron sus nombres. Los dos primeros se repartieron el poder durante la casi totalidad del siglo XVI, Carlos I ocupó el trono entre 1516 y 1556, y su hijo Felipe II haría lo propio entre 1556 y 1598. Ambos son conocidos como los Austrias Mayores. Desde 1598 hasta 1621 fue Felipe III quien dirigió los designios hispánicos, hasta que su fallecimiento alzó al trono a su hijo y sucesor Felipe IV desde 1621 hasta 1665. El último de los Austrias Menores fue Carlos II, quien pasara a la Historia por el sobrenombre de "el Hechizado".
"Carlos II adorando la Sagrada Forma". Claudio Coello (1685) |
Y es que, una nefasta política matrimonial de todos sus antecesores provocó que las leyes de la genética se mostraran en toda su crudeza con el que, a la postre, sería el último vástago de la dinastía. Los matrimonios entre miembros de la misma familia (tíos, sobrinos, ...) fueron el detonante de los problemas físicos y psíquicos con los que nació Carlos II. Un niño débil y enfermizo, cuyos males se fueron agravando con su edad, uno de ellos era su supuesta esterilidad, pues fue incapaz de tener hijos, a pesar de haber estado casado en dos ocasiones, la primera con María Luisa de Orleáns y la segunda con Mariana de Neoburgo.
En la época era muy necesario asegurar la continuidad de la monarquía, pero no fue el caso de este rey. Si bien es cierto que, después de enviudar, su segunda esposa llegó a concebir descendencia, lo que descartaría una supuesta incapacidad engendradora de la reina, como se rumoreaba por entonces.
Las supersticiones de la época hicieron que se afirmara que la situación de Carlos II era debida a un encantamiento, incluso llegaron a practicársele exorcismos destinados a liberar al rey de todos sus pesares, obviamente, sin resultado.
El 1 de noviembre de 1700 fallecía, a la edad de 38 años, este desdichado monarca. Con su muerte se abría una crisis de sucesión que tardaría cerca de 15 años en cerrarse, todo ello mediante una guerra que dividió a sus reinos e implicó a los países extranjeros.