Una ciudad que lleva existiendo desde hace milenios es un ser vivo que acumula en sus calles y plazas muchos acontecimientos y muchas curiosidades que se han construido a lo largo de los siglos por parte de las personas que la han habitado.
Córdoba no es una excepción, una prueba de ello es el lugar que aparece en la fotografía, se trata del ábside de la iglesia de Santa Marina. Ayer por la mañana, dando una vuelta por la ciudad, casualmente pasé por allí y tomé estas instantáneas. Este templo fue fundado por el rey de Castilla y León Fernando III el Santo tras la conquista de la ciudad en 1236. Su forma de fortaleza medieval ha contemplado los hechos acaecidos durante sus casi 800 años, entre ellos el terremoto de Lisboa de 1755 que lo dañó considerablemente, también sufrió un incendio que casi lo destruye a finales del siglo XIX.
Recientemente, se arregló la parte posterior permitiendo verla de cerca, como ya ocurre con otras iglesias, caso de San Lorenzo. Las obras han permitido abrir un pasillo que comunica ambas zonas traseras del templo, allí aún se observan los restos de las construcciones que estaban adosadas a esa zona de la iglesia. Este pequeño espacio, adornado con bancos, la verdad es que es un sitio bastante tranquilo para pasear por allí.
Ahora que todos estamos de vacaciones, es un buen momento para redescubrir el sitio en el que vivimos, es doblemente útil, aplicamos nuestros conocimientos y hacemos algo de ejercicio paseando por los rincones con encanto de la ciudad, eso sí, una recomendación, hacedlo temprano o tarde, porque ¡menudo calor hacía ayer! ¡Ja, ja, ja!
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