Tal día como hoy, muchos historiadores no pueden dejar de mirar atrás al tiempo más reciente y recordar que otro personaje histórico pasaba a engrosar la lista de fallecidos en este mes. Un 20 de noviembre de 1975 fallecía el anterior Jefe del Estado, el general Francisco Franco.
Mucha incertidumbre se cernía sobre nuestro país en esos históricos momentos. El régimen político surgido de la Guerra Civil (1936 - 1939) finalizaba con la muerte del general que había presidido el gobierno durante casi 40 años de dictadura, y aunque Franco afirmaba haberlo dejado todo atado y bien atado, la realidad es que el país cambió muchísimo en los años posteriores a su muerte.
Como muchos otros acontecimientos históricos, la muerte de Franco estuvo sumida en muchas especulaciones, una de ellas afirmaba que el anuncio de su óbito se retrasó hasta el día 20 para hacerlo coincidir con el aniversario del fusilamiento del líder y fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera.
Sea como fuera, el presidente del gobierno Carlos Arias Navarro, vestido de luto, anunciaba por televisión lo que ya se intuía. Entre lágrimas y titubeos pronunciaba una escueta frase que pasaría a la posteridad: "¡Españoles! Franco ha muerto". La capilla ardiente se instaló en el Palacio Real de Madrid, ante ella se formaron kilométricas colas para contemplar el cadáver, ya fuera por devoción o por curiosidad. Tras las honras fúnebres, el cuerpo del Caudillo fue trasladado al Valle de los Caídos, su magno mausoleo mortuorio en la sierra madrileña, construido con el esfuerzo de miles de prisioneros durante la posguerra civil. Allí reposan sus restos, por el momento, acompañados de los de José Antonio Primo de Rivera.
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