Todo el mundo coincide en señalar a Sergéi Eisenstein como uno de los mejores cineastas del séptimo arte. Este director desarrolló durante los años 20 del siglo XIX unas técnicas cinematográficas que hacen que se le considere un genio, a parte de conseguir con ellas realizar una propaganda, sin igual, del régimen soviético.
Como muestra tenemos dos de sus obras, "El Acorazado Potemkin" (1925), donde narra unos acontecimientos sucedidos 20 años antes, en el marco de la Revolución de 1905, cuando la marinería de dicha nave de combate se sublevó arrojando por la borda a los oficiales, para más tarde refugiarse en Rumania. En este film podemos ver la famosa escena del cochecito de bebé en las escaleras de Odessa que posteriormente sería imitada en numerosas películas.
Un segundo ejemplo será "Octubre" (1928), en ella se recogen los acontecimientos sucedidos en Rusia entre febrero y octubre de 1917 (segunda y tercera revolución). Fue rodada en escenarios reales, en muchas ocasiones con protagonistas también reales que reprodujeron fielmente en la filmación los mismos acontecimientos que habían protagonizado, apenas, diez años antes.
Una de las características de ambas cintas es la ausencia de un protagonista principal, como estamos acostumbrados a ver en el cine actual. Según la lógica comunista, no puede haber un actor principal, el protagonista principal es el pueblo que realiza las revoluciones, por ello son películas corales.
En España, excepto durante la "Segunda República" (1931 - 1936/39), ambas estuvieron prohibidas hasta finales de los años 70.
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