En su intento por controlar todo lo relacionado con la vida de los alemanes, Hitler pensó que debía de fabricarse un "Volksauto", un coche barato, fácil de reparar, cómodo para viajar, de bajo consumo y en el que pudiera ir una familia alemana de 4 miembros. Por todo ello, encargó a Ferdinand Porsche el diseño de un automóvil capaz de satisfacer sus deseos, con un motor refrigerado por aire y con la posibilidad de alcanzar los 100 km/h.
Nacía así el "Kdf-Wagen" (a la fuerza por la alegría), al que se accedía mediante una cartilla de cupones, disponible en un sólo color y con una posibilidad de pago fraccionado. Toda una ganga para tiempos de crisis.
En la fotografía podéis ver a Hitler con una pequeña maqueta del modelo. ¿Os suena?
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