Vista de la ciudad de Dresde tras los bombardeos |
Tras el cambio de signo de la guerra, los aliados comenzaron a bombardear las ciudades alemanas como antes habían hecho los alemanes con las ciudades inglesas. Las ciudades se convertían en objetivos militares a bombardear para sembrar el pánico entre los civiles, pues cálculos militares afirmaban que por cada soldado en el frente hacían falta 10 civiles en la retaguardia para abastecerle de todo lo necesario.
Americanos y británicos bombardeaban de día y de noche las ciudades alemanas. Los potentes B-17 Flying Fortress americanos arrojaban su pesada carga de bombas, al anochecer llegaban los Avro Lancaster británicos para hacer lo propio. Muchas fueron las ciudades alemanas que sufrieron bombardeos, Berlín, Hamburgo, Leipzig, pero si uno quedó para la posteridad fue el bombardeo de Dresde. Entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, cuatro ataques aéreos consecutivos redujeron la ciudad a cenizas y montones de cadáveres y escombros. En una primera pasada arrojaron bengalas para marcar los objetivos de las oleadas de bombardeo, a partir de las 22.00 comenzaron a caer bombas. En esa madrugada, la RAF con sus bombas incendiarias convertía parte de la ciudad en una bola de fuego. Las siguientes oleadas durante la madrugada y las mañanas de los días 14 y 15 terminaron de destruir la ciudad.
La cifra de víctimas no para de crecer, al principio se estimaba en 100.000 personas, otras fuentes hablan de 200.000 e incluso 400.000, algunas de ellas permanecieron durante semanas y meses sepultadas por toneladas de escombros. En esos días miles de aviones de bombardeo sobrevolaron la ciudad arrojando su mortífera carga. Todavía se discute hasta qué punto la ciudad era un objetivo militar, si no se trató de un ataque desproporcionado e incluso si podría considerarse como un crimen de guerra.
Los bombardeos indiscriminados en las guerras, a ciudades y demás, son un muy grave acto criminal, lo haga quien lo haga. Y muchas veces, con la excusa de acabar con un tirano lo que se hace es matar a miles de sus súbditos, que así son víctimas por partida doble. Lamentable. Luis Manteiga Pousa.
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